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EL SER HUMANO
“El soplo oculto de Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra, a su vez, a la acción de Dios salvífica y, santificante. Mediante el don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra en “una nueva vida”, es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y llega a ser “santuario del Espíritu Santo”, “templo vivo de Dios”. En efecto, por el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada” (1) “La relación íntima con Dios por el Espíritu Santo hace que el hombre se comprenda de un modo nuevo” dice Juan Pablo II (2). De esta manera se realiza plenamente aquella imagen y semejanza de Dios, que es el hombre desde el principio (3). Esta verdad íntima sobre el ser humano ha de ser descubierta constantemente a la luz de Cristo, que es el prototipo de la relación con Dios y, en él, debe ser descubierta también la razón de “la entrega sincera de sí mismo a los demás” (2) Luego por la acción del Espíritu Santo, el espíritu del hombre es imagen y semejanza de Dios. Si el ser humano acepta esa entrega de Dios, Dios viene y mora en aquel hombre. Cristo es nuestro modelo y nos ensaña cómo relacionarnos con Dios Padre y con todos los hombres, hijos también de Dios. Señor, gracias porque inventaste el universo y el ser humano, gracias porque soy persona humana, existo y existiré siempre. Como persona humana tengo cuerpo y alma. El alma es espiritual, de Tu misma naturaleza, y por eso soy libre y soy capaz de pensar en Ti: puedo libremente esforzarme para con Tu ayuda, descubrir que eres el Dios Eterno, creador del universo. Libremente puedo desear conocerte y constatar que me amas y puedo pedirte ayuda para también amarte yo. Te adoro, te reconozco mi creador, mi Señor, mi Padre Misericordioso. Te quiero dar gloria. Quiero que Tu estés contento de mi. Ayúdame a darme a los que me rodean.
Julio 2013
(1) Dominum et Vivificantem. Párrafo nº58 (2) Dominum et Vivificantem. Párrafo nº59 Génesis, 1,26,ss - Sto Tomás de Aquino, Summa Theológica I
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