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PENTECOSTÉS
Dios infunde espíritu a cada hombre al ser engendrado. Es para el hombre su principio vital, de naturaleza espiritual, creado a imagen y semejanza de Dios. Gracias a este espíritu tiene el ser humano conciencia, es libre y puede relacionarse con Dios. Esta amistad de Creador y criatura se dignificó gracias a la Redención de Cristo, y ha pasado a ser una relación paterno-filial. Con la aceptación libre de este Amor gratuito, el hombre es ayudado, dia a dia, por el Espíritu Santo, que ilumina su conciencia para que decida libremente lo más agradable a Dios y así avanzar en su caminar hacia Su encuentro.
Juan Pablo II en su encíclicva “Dominum et Vivificantem”define al Espíritu Santo como “Dios dándose”. En la introducción proclama que el Espíritu Santo es “Aquel que es dador de vida, Aquel en el que el inescrutable Dios, uno y trino, se comunica a los hombres, constituyendo en ellos la fuente de vida eterna”. En el párrafo ocho de la encíclica, el Papa recoge del Evangelista Juan (cap. XVI) estas palabras de Cristo “Si me voy os enviaré el Espíritu Santo”. Luego el Espíritu Santo vendrá cuando Cristo se haya ido, y gracias a la redención por El realizada, y eso por obra y voluntad del Padre. En el párrafo 34 se lee, entre otras ideas, “El Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Genesis 1,2) y “sondea las profundidades del Padre y del Verbo-Hijo en el misterio de la creación”. “No solo es testigo directo de su mutuo amor, del que deriva la creación, sino que El mismo es este amor”. “Es el eterno don increado” y “es fuente y principio de toda dádiva a las criaturas”, y sigue “El hombre recibe el mundo visible dado por Dios, y el mismo hombre, en su propia humanidad, recibe como don una especial “imagen y semejanza de Dios”, eso es, “capacidad de una relación personal con Dios, una llamada a la amistad”. Además añade: El Concilio Vaticano II enseña “Dios invisible movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarles y recibirlos en su compañía” (Const. Dogmática Dei Verbum, 2)
En la Ultima Cena Jesús dice; …Yo pediré al Padre y os dará otro consolador para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad (Juan, XIV) morará en vosotros y estará dentro de vosotros” Cuando Cristo resucitado se presenta delante de sus discípulos y amigos siempre dice:”Recibid el Espíritu Santo” “La paz sea con vosotros”. Mas tarde, solemnemente, los hechos de los Apóstoles nos dicen: “Aquel dia en Jerusalen, sobre los Apóstoles recogidos en oración junto a Maria, Madre de Jesús, bajó el Espíritu Santo prometido, y quedaron tan llenos de El que se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”. Los Apóstoles hablan sin temor , y San Pedro proclama que Jesús de Nazaret, a quien mataron, ha resucitado. Es oido y entendido por todos los presentes venidos de distintos pueblos y paises. Era la fiesta de Pentecostés y empezó La Iglesia. El Espíritu Santo es, algo nuestro que gracias a la redención habita en nosotros y actúa constantemente. El amor de Dios es realmente inmenso y misericordioso. ¡Que no despreciemos ninguna de la muchas ayudas que ha inventado con ternura de Padre para los hombres!
Marzo 2009
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