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SAN PABLO
Los Evangelios nos hablan con estilo directo y narrativo de quién fue Cristo, cómo vivió, sus amigos, lo que decía y lo que hacía, como murió y resucitó. Contemplando a Cristo, la humanidad intuye el rostro de Dios y descubre la razón de nuestra existéncia y el sentido de la vida: Somos amados por Dios que nos espera. Después de Pentecostés los primeros pasos de los amigos de Jesús fue orar y organizarse: Todos unidos podrían explicar, sin fisuras, quién era Jesús y por qué y para qué vivió y murió. Ellos eran los mensajeros, ellos hacían proselitismo porque les salía del corazón, Le habían conocido y Le amaban, y estaban convencidos que con su esfuerzo muchas personas más conocerían y amarían a Jesús, y encontrarían en El el Camino, la Verdad y la Vida.
Pablo, joven decidido, conocedor de la cultura griega y de la riqueza espiritual del pueblo de Israel, no fue compañero de Jesús, no le vió pescar, ni comer ni dormir, ni le vió resucitado; solo le oyó: “Saulo, Saulo, porqué me persigues?” Y cae del caballo y queda ciego. Pablo obedece a Jesús y libremente va a casa de Ananías para que le instruyera, y es bautizado y ve. Y pasados tres años va a Jerusalén para conocer a Pedro, con el que está quince dias. Vuelve a Tarso “para reflexionar”: Era judío y tenía que reinterpretar la Biblia a la luz de Jesús de Nazaret. Se queda allí más de diez años. Por entonces algunos griegos conocen a Cristo y desde Jerusalén Pedro manda a Bernabé para atenderlos. Y Bernabé busca a Pablo y lo lleva con el a Antioquía. En Antioquía nace la evangelización llena de fe, fuerza y coraje de Pablo. El Espíritu Santo recuerda a Pablo que en Pentecostés se anunció el Evangelio a todos los pueblos. Pablo emprende su misión de evangelizar y acompañado de Bernabé, predica a Cristo crucificado y resucitado a judíos, africanos, griegos y romanos; se entrega plenamente a “su misión”: Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de Pablo, de sus viajes, persecuciones, peligros. Pablo predica, escribe, sirve, se da; organiza, amonesta y explica sus expriencias en el conocimiento íntimo de Dios.
Reflexionemos sobre el hecho de cómo Pablo cambió y encauzó su vida a partir de un “accidente”, “de una voz”, “de un acontecimiento inesperado”. Cómo responde con humildad aprendiendo, cómo va a conocer a Pedro y luego durante diez años interioriza y hace suya la persona de Cristo, y cuando Pedro manda a Bernabé para que le busque, él responde y se entrega plenamente a las misión y con entusiasmo contagia la Verdad que ha conocido.
Agradezcamos a Dios la vida de Pablo. Fué instrumento directo de la organización de la comunidad cristiana y su expansión a todo el Occidente. Como él aprovechemos el impacto de Dios en nuestras vidas y preguntémonos “para qué” de aquellos acontecimientos inesperados que nos llegan, y que pueden ser el punto de partida de una nueva conversión, de un nuevo camino. Leamos las cartas de Pablo, también dirigidas a nosotros. Nos ayudarán.
Marzo 2009
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