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CREER HOY
Creer en la existencia de Dios, de un Dios universal, sabio, inventor, biólogo, todopoderoso, constructor, matemático, artista extraordinario, fuerte, amoroso, Belleza y Verdad infinita… es de una aceptación universal, es una necesidad humana creer en El. Pero no es tan espontáneo el aceptar el grandioso hecho de que este Dios, este Omnipotente, se hiciese hombre. Lo maravilloso es aceptar, creer que ese Hombre resucitara y que ese Hombre Resucitado es Dios. Para proclamar este hecho necesitamos del don de la fe. Benedicto XVI señala un tiempo, el año de la fe, con el fin de que la Iglesia y toda la Humanidad trabajen “para escuchar la palabra de Dios que se anuncia y para dejarse plasmar por la gracia de Dios que transforma” (1). Búsqueda y don, don y búsqueda, nos ayudarán a obtener e incrementar nuestra fe. Hagamos durante este año “un camino para reforzar o reencontrar la alegría de la fe” porque, “la fe cristiana humaniza la vida, más aún la hace plenamente humana (2). “La fe es acoger la Revelación de Dios, que nos hace conocer quién es El, cómo actúa, cuáles son sus proyectos para nosotros. Cierto: el misterio de Dios sigue siempre más allá de nuestros conceptos y de nuestra razón, de nuestros ritos y de nuestras oraciones. Con todo, con la Revelación es Dios mismo quien se auto-comunica, se relata, se hace accesible, y a nosotros nos hace capaces de escuchar su Palabra y de recibir su Verdad. He aquí entonces la maravilla de la fe: Dios, en su amor, crea en nosotros, a través de la obra del Espíritu Santo, las condiciones adecuadas para que podamos reconocer su palabra. Dios mismo, en su voluntad de manifestarse, de entrar en contacto con nosotros, de hacerse presente en nuestra historia nos hace capaces de escucharle y acogerle” (2) “Tener fe en el Señor supone un cambio que involucra la vida, la totalidad de nosotros mismos: sentimientos, corazón, inteligencia, voluntad, corporeidad, emociones, relaciones humanas. Con la fe cambia verdaderamente todo en nosotros y para nosotros, y se rebela con claridad nuestro destino futuro, la verdad de nuestra vocación en la historia, el sentido de la vida y el gusto de ser peregrinos hacia la Patria celestial” (2) La historia enseña que “no existe verdadera humanidad mas que en lugares, gestos, tiempo y formas donde el hombre está animado por el amor que viene de Dios” (1) “Dios se ha revelado con palabras y obras en toda una larga historia de amistad con el hombre, que culmina en la Encarnación del Hijo de Dios y en su misterio de muerte y resurrección” (2). También hoy Dios nos ama y “nos guía para encontrar y conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Se trata del encuentro no con una idea o un proyecto de vida, sinó con una Persona viva que nos transforma, revelándonos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios” (2) Y “¿Dónde hallamos la fórmula esencial de la fe?, ¿Dónde encontramos las verdades que nos han sido fielmente transmitidas y que constituyen la luz para nuestra vida cotidiana? – La respuesta es sencilla, en el Credo” (2). “Hoy necesitamos que el credo sea mejor conocido, comprendido y orado; reconocido para descubrir el vínculo profundo entre las verdades que profesamos en el credo y nuestra existencia cotidiana” (2)
(1) Benedicto XVI. Carta Apostólica. 11 de octubre del 2011 Benedicto XVI. Audiencia General. Miércoles 17 de Octubre de 2012
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