LA JACULATORIA R-43
Todos los pueblos han cantado y bailado, tienen sus instrumentos musicales, todos hablan su idioma, todos han encontrado su religión y, con ella, sus jaculatorias. Para los nacimientos, bodas, muerte, tienen sus ritos propios. Y los refranes son la expresión de su sabiduría.
Una jaculatoria se define como “La oración dirigida al cielo con vivo movimiento del corazón”. No cabe duda que son frases que simplifican el diálogo entre el ser humano y el Ser Supremo. Estas pequeñas oraciones se repiten y repiten buscando la interiorización de la idea que proclaman.
Una jaculatoria cristiana reza: Señor mío y Dios mío, yo te adoro, perdóname, ayúdame, gracias!
Señor mio: Señor, es una palabra que expresa posesión y dependencia. Sí, Dios es el Señor de todo lo creado, y el hombre lo sabe y puede libremente aceptar o rechazar ese señorío. La palabra “mío” es el reconocimiento explícito de que es el Señor de todos, y también el “mío”.
Dios mio: Ese Señor no es un príncipe, ni un gran financiero, ni un conocido político… es Dios. El Ser Supremo, del que la humanidad busca su rostro, es Dios de todo y de todos y además el “mío”
Te adoro: Reconozco Tu grandeza, Tu sabiduría, Tu bondad, Tu deseo de que sepamos que nos amas. Nos ama y quieres ser amado. Yo criatura reconozco que Tú estás ahí, y quiero amarte. El mundo, sin saberlo, te da gloria sólo por existir. Yo existo y, consciente y libremente, quiero darte gloria.
Perdóname: Seguro que no he respondido adecuadamente a Tus deseos. Cuando creaste mi alma deseaste lo mejor para mí. En más de una ocasión he vivido dándote la espalda, escuchando otras voces. Como me conoces sabes cuanta es mi debilidad y cuanta mi maldad. Juzga y derrama sobre mí Tu misericordia. Te pido libremente que, por Tu bondad, ilumines mi entendimiento y des fuerza a mi voluntad para no ofenderte más. Sé que me amas, perdóname.
Ayúdame: Qué grande y que pequeño, qué fuerte y que débil es el ser humano. El alma espiritual que nos has dado tiene la capacidad de ser fuerte y grande, de amarte. Pero la grandeza de nuestra libertad se empequeñece bajo la presión del mal. El mal brota de nosotros mismos o nos llega del mundo que nos rodea. Somos conscientes de la necesidad de la ayuda de Dios en nuestro caminar. Ayúdanos a amarte a Ti y a los demás. Ayúdanos a servir.
Gracias: ¡Oh! Gracias por tus ayudas. Cuántas y cuántas gracias debemos dar al Ser Supremo que ha permitido y querido nuestra existencia. Gracias por ser personas, por lo que somos y por lo que nos rodea, por las fuerzas recibidas para afrontar las enfermedades, los problemas, los desengaños, los fracasos. Gracias por las luces recibidas para llevar adelante nuestra vida. Gracias por todo lo hermoso que nos rodea y por los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance para ir hacia El. Gracias por Cristo, que nos ha revelado que Dios nos espera en “Su morada” para estar con El para siempre.
Enero 2016
|
Copyright © www.reflexionesbreves.com |