LA MISERICORDIA R-44
Cristo es el rostro de Dios. Dios se hizo hombre para que a través de su humanidad, le pudiéramos conocer: Conocer cómo es y cómo ama.
En el Antiguo Testamento, Dios se mostró al pueblo elegido mediante la creación y la palabra de los Profetas y, mostró su Amor, su Omnipotencia, su Fidelidad, su infinita Misericordia. El pueblo no era agradecido, le ofendía, pero Su respuesta era siempre perdonar. Dios para ellos era un Padre fuerte, que les ayudaba, era comprensivo, fiel en su amor y siempre, siempre, misericordioso. (1)
“En el Antiguo Testamento, la misericordia se contrapone, en cierto sentido, a la justicia divina… es más profunda que ella” “La justicia es auténtica virtud del hombre; en Dios… perfección transcendente”. “El amor es más grande, es superior en el sentido de que es primario y fundamental”. “La primacía y superioridad del amor respecto a la justicia se manifiesta a través de la misericordia” (2). Santo Tomás de Aquino dice “la misericordia divina es “la cualidad de la omnipotencia de Dios” y el Papa Francisco escribe: ”Dios será siempre, para la humanidad, como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso” (3).
Dios constató la fuerza de la libertad que había dado al hombre y lo difícil que era para el ser humano, serle fiel. Y Dios misericordioso planea hacerse hombre para conocer y vivir las capacidades del ser humano para hacer el bien y el mal.
Cristo experimentó nuestras debilidades y luchas: la dependencia de toda infancia, el despertar de la juventud, la lucha de la madurez; fué tentado y tuvo amigos, enemigos, quien lo escuchaba y quien lo rechazaba. Experimentó lo difícil que es timonear nuestro yo en medio de la naturaleza y de la sociedad que nos envuelve. Nació, creció, vivió en pueblos sencillos de clima cálido, sin comodidades, ni técnicas de comunicación ni transporte, con rudimentarias escuelas y primitiva sanidad, en un ambiente oscurantista, fanático, rodeado de costumbres y tradiciones ancestrales.
Además Cristo nos explicó de un modo muy entendedor, en la Parábola del Hijo Pródigo, cómo es de misericordioso Dios.(4). Y El, en su vida, nos mostró cómo es de misericordioso su corazón de hombre: ayudó y perdonó a sus amigos y a sus enemigos. “Cristo es la Misericordia”, dice San Juan Pablo II, “que rescató el género humano de la condición de criatura rebelde, a la de hijo adoptivo de Dios” (5). Cristo nos transformó de criaturas a hijos y además, conociendo nuestra debilidad e infidelidad, crea ayudas y más ayudas: los libros del Nuevo Testamento, la Iglesia, los Sacramentos, Maria, los Santos.
Dios, por Cristo, perdonó a toda la humanidad. Espera ahora nuestra conversión para aplicar a cada uno Su misericordia, y nos da fuerzas para pedirle perdón a El, para perdonar a nuestros enemigos y para pedir perdón también nosotros a los que hemos ofendido.
(1) Salmos 103 y 136 – (2) Dives in misericordia, 4 – (3) Misericordiae vultus, 6 (4) Dives in misericordia, 5 - (5) Dives in misericordia, 2 (San Juan Pablo II)
Abril 2016
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