EXISTIR R-42
Reflexionamos sobre la vida. El que existamos es algo tan grande, tan extraordinario que sobrepasa nuestra capacidad para sopesarlo, valorarlo, entenderlo.
Como estamos dentro de la existencia, no podemos saber qué es no existir. Cuando decimos: “¡Qué suerte ex existir, suerte que otros no han tenido!“. La verdad es que no hay estos “otros”. Solo existen los que existen.
Siempre miramos, escuchamos, pensamos, contemplamos el todo desde nuestro yo. Y podemos reflexionar sobre nosotros mismos que existimos, pero el hecho existir no sabemos definirlo.
Si enmarcamos la existencia como contraposición a “La nada” parece que explicamos algo, pero quedamos insatisfechos porque no hemos definido nada nuevo, sólo hemos negado lo que tampoco sabemos.
Conocido y antiguo (1925) el diccionario de la lengua española de José Alemany y Bolufer dice: “existir es tener, ser real y verdadero” y añade también “vivir”, “subsistir”, “haber”, “ser”.
“Tener” exige un sujeto que tenga. Todo lo que existe es “sujeto”. Este sujeto posee, es dueño de “un ser real y verdadero” y podemos añadir que “todo sujeto de un ser real y verdadero”, “existe”, “es”.
Es real y verdadero un átomo de oxígeno, una molécula de agua, un alga, un pez, una palmera, un león, un hombre…Todos tienen procesos distintos de desarrollo y evolución, y, a través del tiempo, pueden adoptar formas, cualidades y funciones diversas. Sabias leyes armonizan lo que existe.
El entendimiento humano, tan potente, no llega a captar la grandiosidad de todo lo que le rodea y en la que está inmerso. Va descubriendo y encontrando maravillas poco a poco, paso a paso.
Y el hombre es capaz de preguntarse quién ha inventado la energía, las leyes físicas, los procesos, la vida, la evolución que nos rodea. Quién ha dado la posibilidad de existir a muchos seres, y, a algunos, la capacidad de saber que existen.
Poder pensar en un ser superior, exige en el hombre una dimensión espiritual, nueva, superior, querida por Dios y de naturaleza semejante a la de El. Este espíritu creado para unirse y completar la existencia de cada hombre y mujer es de naturaleza inmortal; un día, ese espíritu dado por Dios, se une a Dios eterno, como el cuerpo se une a los elementos de los que proviene. Porque, a su muerte, el ser humano se bifurca: su materia es absorbida por las leyes naturales, y su espíritu, regalo personal de Dios, va a unirse a su Creador para siempre.
Pueblos y pueblos que han vivido en la tierra han buscado y buscan a ese Creador que ha hecho tantas maravillas. La Humanidad debe y quiere agradecer a Dios su existencia, y el proyecto divino de una paternal amistad.
Noviembre 2015
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