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EL PRECURSOR
El Precursor, San Juan Bautista, enlaza El Mesías con el pueblo elegido. Conocedor de los Profetas y de las promesas de Dios a su pueblo, asume su misión y, para realizarla, se entrega de lleno a la oración y a la penitencia. Tenía ya treinta años cuando bautiza a los que, enardecidos por su ejemplo y sus palabras, se arrepienten de sus pecados, imploran su perdón, y quieren prepararse a conocer y recibir al ungido.
Jesús, como otro hijo del pueblo escogido, va a orillas del Jordán a recibir el bautismo de peniténcia , de manos de Juan el Bautista, Y este es testigo de cómo el Espíritu de Dios se posó, en forma de paloma, sobre Jesus, y oyó la voz del Padre que decía: “Este es mi querido Hijo, en quien tengo puestas todas mis complacencias”.
Juan sabe, pues, por las escrituras y por la Revelación que Jesús es el Mesías. En el capítulo I del cuarto Evangelio, se nos explica como el Precursor, señalando a Jesús dice: “He aquí el Cordero de Dios, ved aquí el que quita los pecados del mundo…doy testimonio de que El es el Hijo de Dios”. (Mateo III 16-17, Marcos I 9-11, Lucas III 21-22)
El Precursor prepara los corazones de los contemporáneos de Cristo para que, a su encuentro, tuvieran la capacidad de descubrirlo, conocerlo y amarlo.
Su vida era excepcional y decía siempre la verdad, sin temores. Esa actitud de mostrar sin tapujos como debe comportarse el hombre para agradar a Dios molestó a muchos y para acallarlo, el “poder del momento”, Herodes, lo encarceló. El rencor de una mujer que no aceptaba que aquel predicador le señalara sus errores, le mató. Fue decapitado para cumplir una apuesta en una fiesta. Que muerte tan poco gloriosa, sin testigos, sin juicio, sin razones. Fue una muerte que refleja el estado de corrupción, en aquel momento, de aquel pueblo. Elegido para una gran misión, Juan respondió generosamente y, cumplida ésta, dejó Israel.
En nuestros pueblos, en nuestras familias, en nuestras vidas, tenemos quien nos habla de Cristo, quien nos prepara para el encuentro. Nosotros libremente podemos rechazar ó aceptar estos precursores que ayudan a nuestros corazones, para que El pueda mostrarse y ayudarnos plenamente en nuestra búsqueda, y en el caminar hacia El.
Noviembre 2008
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